¿Por qué la palabra «extremista» va ligada, casi exclusivamente, a grupos religiosos o políticos y no a género, orientación sexual, raza, etc.?
Sencillo. Porque lo segundo no lo decidimos sino que es parte de quienes somos. Ser hombre, asiatico, gay, nacido en Bulgaria está fuera de nuestro control.
La religión se nos impone. No la decidimos sino hasta tener una madurez mental. Y la política ni hablar.
Entonces, se puede concluir que no se nace con ese «extremismo». El mismo es solo la consecuencia natural de lo único que puede emanar de aquello que no se puede cuestionar. Y así nace el fanatismo.
De niños se nos enseña sobre respeto, sobre dialogo, sobre compromisos. Que todo se puede conversar sin tener que llegar a pelear. Que la violencia no es la respuesta.
Entonces, ¿por qué de adultos se considera negativo cuestionar la religión? ¿Por qué se juzga la inteligencia e intenciones de alguien por ir por un candidato u otro?
No todos los fanáticos son violentos, pero la gran mayoría son rígidos de pensamiento y todos creen en algo sin cuestionarlo.
El peor «extremista» es el que no se ha dado cuenta que es un «fanático». Y esos sobran en el mundo.