Los regalos de la vida llegan de múltiples maneras. En esta época tan especial celebremos los atardeceres rosados y las últimas lluvias del año, el divulgar solo buenas noticias, el saludar con una sonrisa amplia a todos los que nos encontremos en el camino, el ser genuinos y francos, el respetar la palabra dada y el compromiso adquirido, el ser solidarios con quienes se encuentren necesitados, el compartir con quienes amamos, el aceptarnos los unos a los otros tal cual somos y sin querer cambiarnos, el contemplar la belleza que reside en la diversidad de almas, mentes y cuerpos.
Brindemos por la generosidad que comprende que es bueno y sano, al menos una vez al año, no contar centavos y hasta excederse un tanto en crear para uno mismo y los demás un entorno consentidor que exude felicidad y magia sabiendo, a la vez, que regalar es cuestión de todos los días, va mucho, mucho más allá de lo envuelto en papel festivo y exige congruencia con lo que damos a diario, lo inmaterial, lo que realmente perdura de nosotros en los corazones que tocamos!
La felicidad es, de todos, el mayor de los regalos. Llámala gozo, alegría, empatía, consuelo, clímax, logro, apoyo, compañía, diversión, introspección, solidaridad, presencia… la vida no se nos da para ser perfectos sino para contar con el tiempo suficiente para sembrar el mundo de regalos y en el dar, encontrar la propia!